viernes, 12 de noviembre de 2010

La Petita

Tú yo,
éramos otros;
veníamos de otros lugares,
de otros trajes perfumados
de otras costumbres,
de amores rotos, o tal vez,
de lo que no fueron amores,
sólo despojos
de otros
que no fueron nadie.

Tú eras el hombre de la eterna sonrisa
yo,
la Petita que habitaba en sus soledades.
Eras el fuego
que al tocarlo abrasa, y yo,
decidí quemarme;
arder en la pequeña calma
en la que se mecen junto a ti
los días, y olvidarme -algunas veces-
de mí misma,
de que escribo versos
que saben a melancolía,
a ausencias que no merezco,
y a pura tristeza.

Tú y yo,
somos aquellos que coincidieron
entre las hojas de un libro de poemas.


©Yolanda Gutiérrez Martos 2010